Alerta: la práctica de la psicoterapia está rodeada por diversas profesiones de atención de la salud mental.
He visto con mucha curiosidad y a la vez con mucho asombro, un sin fin de actividades relacionadas a la atención de la salud mental que han aparecido en las redes sociales con mucha más profusión desde hace un poco más de un año. Cuando me he detenido a revisar las opciones me he sentido admirada en cuanto a la diversidad de corrientes terapéuticas que persiguen como objetivo amilanar las dolencias de mente, cuerpo y espíritu a través de singulares y multi ortodoxas intervenciones.
He reflexionado mucho sobre este tema, y me he cuestionado si mi aprensión a tal aparición tiene que ver con mi particular rigidez, y confieso, poca inclinación a exponerme en las redes sociales como medio para promover la psicoterapia. Concluyo que ciertamente, las redes sociales me cuestan, más no pierdo de vista que llegaron para quedarse, y que además representan, sin lugar a dudas un importantísimo mecanismo de masificar y dar acceso a información que hasta hace un par de décadas atrás era monopolizada para el bienestar de muy pocos.
Acotado lo anterior, resulta obvio entonces que ahora el reto no es cómo accedo a información, ahora el reto ante nosotros es diferenciar cuál de esa información es de calidad y cumple con principios éticos de la verdad y la preparación adecuados a las exigencias de la oferta y la demanda.
Llamo la atención entonces, sobre la atención psicoterapéutica. Este tipo de práctica profesional puede tener dos intereses fundamentales: acompañar a un ser humano que transita por un malestar psicológico que puede tener diversas características y complejidades; y acompañar a un ser humano en sus objetivos de crecimiento personal sin que necesariamente experimente situaciones emocionales comprometidas con su sanidad mental. Para el primer interés, la preparación profesional no puede, bajo ninguna circunstancia, ser improvisada; para la segunda manejar diversas herramientas y distintos nombres con pericia y desenvoltura puede resultar de mucha ayuda al objetivo perseguido.
“La atención de procesos psicológicos complejos sin la debida preparación por parte del terapeuta puede desencadenar situaciones delicadas en la salud mental de la persona intervenida.”
Recientemente, he atendido a una paciente que luego de acudir a varias sesiones terapéuticas grupales, en la cual participaron personas que se hacían llamar terapeutas, le realizaron intervenciones que además incluyó el contacto con su cuerpo. La actividad trajo como consecuencia la activación de un proceso generador que no pudieron gestionar adecuadamente, que le produjo un cuadro depresivo profundo y que ameritó atención psiquiátrica de emergencia.
Una cuestión de ética
Al participar en el proceso de recuperación de la paciente debido a la experiencia vivida y sus consecuencias, me plateé la reflexión sobre la ética en el ejercicio profesional de la psicoterapia. Me pregunté si estas personas poseían la preparación teórico-práctica adecuada para estar consientes de la situación que se les presentaba ante sí, si poseían el suficiente conocimiento de cuáles eran las dinámicas subyacentes que la paciente estaba planteando; si estaban al tanto de cuáles pueden ser las consecuencias sobre la psique de un ser humano una intervención inapropiada y desgraduada, más aun cuando incluimos el contacto con el cuerpo. La condición con la que recibí a la paciente me dice que no.
Acompañar a los seres humanos a confrontar y superar sus incongruencias y paradojas, muchas de las cuales pueden ser situaciones sencillas y muchas otras profundas arraigadas a eventos primarios, requiere de la adecuada preparación, el compromiso y la responsabilidad terapéutica. Tal experiencia, se adquiere con el estudio y la práctica dirigida, en los tiempos que sean necesarios para adquirirla, acompañada de personas con las credenciales para fungir de tutores.
La selección de un psicoterapeuta pasa por la conciencia de quien lo requiere por la conciencia de entender la importancia del tipo de atención que amerita, y de verificar las credenciales de la persona que la ofrece, de tal manera de evitar frustraciones futuras y sobretodo de evitar que el remedio sea peor que la enfermedad.
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